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RUTA 1 / DÍA 14

RUTA / 1 DÍA 14

Teníamos la reservación, la confirmación y el correo en el que aseguraban que el ferri saldría a las 11 de la noche. Se había realizado un cambio en el horario, pero de todos modos llegaríamos a Mazatlán el día siguiente por la mañana.

Pasamos el día en la Paz, con calma, comimos en el Bizmarcksito, clásico restaurante de mariscos, cuya fama es quizás mayor que la realidad, pero que se disfruta por la compañía y camaradería de quienes saben, será la última comida en la península. Organizamos todo para poder llegar alrededor de las nueve a la estación del ferri y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos acercábamos por una carretera increíble, llena de curvas y se veía este gran muelle, completamente apagado; se nos hizo raro, dudamos, pero aun así llegamos a las puertas y les preguntamos a los elementos de seguridad, quienes nos comunicaron, con ese dejo de superioridad que los uniformes de poliéster dan, que el ferri había partido a las seis y que el próximo saldría hasta el domingo. No sirvió de nada esgrimir las razones por las cuales llegamos a esta hora, simplemente no hay forma de salir de la península, sin importar su itinerario, reservaciones, citas, compromisos, etcétera.

Regresamos con una actitud de madurez, después de todo, las cosas pasan por algo, “quizás ese ferri se hundiría y los naufragios nos sientan mal”. Volvimos a la Paz, fuimos directo a un hotel, que se ubica cerca de la catedral, y que por casualidad está rodeado de restaurantes nuevos, llenos de personalidad y estilo. Decidimos festejar, no que se nos fue el medio de transporte y comunicación con el continente, sino que estábamos bien y al día siguiente tendríamos oportunidad de buscar opciones. Encontramos un restaurante, que por casualidad tenía un festival de jazz, mucha concurrencia, así como una decoración y una arquitectura que llamaban la atención.

En el negocio nos ofrecieron montar una mesa para todos en un salón especial, rodeado de arte: había cuadros de nombres reconocidos, de buena factura, y la comida mexicana, con toques contemporáneos e imaginativos, resultó ser sorpresivamente buena.