RUTA 1 / DÍA 9
A la mañana siguiente nos dividimos en dos grupos: en uno, fuimos los tres motociclistas y en el otro, los miembros de la producción, así en dos lanchas lograríamos más y mejores fotos, sobre los momentos de la relación con las ballenas. Antes de abordar, los pescadores y guías nos mostraron la riqueza del lugar. Caminamos sin ningún problema, encontramos callos de hacha, almejas, mejillones; sin siquiera mojarse hasta la rodilla, sacaron un callo (que comercialmente es carísimo) y así fresco, únicamente sazonado con agua salada, me compartieron este sencillo, pero impresionante manjar.
La zona de avistamiento está muy regulada, se ha entendido el valor de cuidar los recursos marinos. Los pescadores y los guías, son muy cuidadosos, saben lo que hacen. Tuvimos muchas oportunidades de ver ballenas, estuvimos tan cerca como para acariciarlas, convivimos con ellas y sus bebés, grandes y duros como su imagen; pero la armonía y la comunión que se siente al ver a un animal de ese tamaño, acercándose con su cachorro al ser humano, nos refuerza y recuerda cuán primitivo, cruel y estúpido puede ser el hombre.
Ballenas, focas, aves, mar, costa, vistas privilegiadas de lo más básico, lo esencial y que emocionan hasta hacernos gritar festejando la situación.